Carta a mis (difuntos) violadores.
Hoy finalicé mi venganza, le arrebate la vida al último de mis violadores. Y nunca se sintió tan bien. Se acercaba mi doceavo cumpleaños cuando mis violadores habían decidido descartarme, mi carne ya no era fresca como cuando tenía cinco años, ya no era tan sumisa como en aquellos inocentes años donde conseguían apoderarse de mi inocencia a cambio de un dulce. Yo ya había crecido me había vuelto rebelde, insensible a las torturas y las amenazas eran inútiles, las palizas de mi madre ya no eran tan frecuentes por lo que se empezaron a notar las quemaduras de cigarros y los cortes de navajas. Uno se diría: " ¿Y el padre? " Ojalá hubiese tenido un padre, el ser amorfo que se sentaba a diario en el comedor estando al borde de un coma farmacológico que solo me utilizaba como sirvienta cuando estaba presente ESO era mi padre. El día que mis agresores decidieron dejarme "libre por ser carne vieja" tome una decisión: no iba a ser encasillada como una víctima de abuso más